¡Qué día! Desde que sonó la campana a primera hora, el patio se transformó en un parque de atracciones. Los peques saltaron como canguros en los hinchables gigantes, los mayores sudaron la camiseta en las competiciones deportivas y muchos acabaron con la cara llena de purpurina y arte gracias al pintacaras. Entre juegos en la chopera y un bingo musical donde los participantes lo dieron todo. La mañana voló.
A mediodía el olorcillo a paella reunió a familias, profes y amigos alrededor de los paelleros. Con los platos aún humeando, un concierto en directo subió los decibelios y las sonrisas: guitarras, palmas y algún que otro baile improvisado que quedará para la hemeroteca del cole. Mientras tanto, los peques chapoteaban felices en los hinchables de agua —más de uno terminó empapado de pies a cabeza, pero oye, ¡bendito calorcito de junio!
Rematamos la jornada con la tradicional descomovida nocturna. Luces, música y el patio lleno de baile (algunos más coordinados que otros). Cuando por fin bajamos el telón, solo se oía el run-run de “¿Cuándo repetimos?”… y alguna rodilla pidiendo descanso.