Hoy celebramos un logro monumental en tu vida: haber completado el Camino de Santiago. Este no es solo un viaje físico a través de kilómetros de caminos ancestrales, sino también una travesía del alma, donde cada paso te ha llevado a descubrir más sobre ti mismo, sobre tus límites y tu inquebrantable espíritu.

Has atravesado bosques, montañas, llanuras y aldeas, cada uno con sus propias historias y desafíos, absorbiendo la riqueza de la tierra y de las personas que te has encontrado en el camino.

Este viaje, seguramente, te ha enseñado lecciones invaluables, te ha regalado momentos de reflexión profunda y, quizás, te ha cambiado de maneras que aún estás por descubrir. Has seguido los pasos de millones de peregrinos que te precedieron a lo largo de los siglos, uniéndote a ellos en espíritu y en memoria.

El llegar a Santiago de Compostela no es solo el final de un camino, sino el inicio de otro. Las experiencias vividas, las amistades forjadas y las pruebas superadas te acompañarán, enriqueciendo tu vida de formas imprevistas.

Que este logro sea un recordatorio de lo que eres capaz de alcanzar y que las lecciones aprendidas en el Camino iluminen tu camino adondequiera que te lleven tus pasos.

¡Buen Camino, peregrino, hacia las nuevas aventuras que te esperan!

Limpieza – Luis – Pablo
Desayuno – Julen

METAS PERSONALES

«La sabiduría es radiante y no se marchita, la ven sin dificultad los que la aman, y los que van buscándola la encuentran» (Sab 6,12).

YA se ve en el horizonte la meta. Aunque faltan kilómetros, cada vez son menos. Uno ya casi puede intuir las calles, la emoción de la llegada, los rituales del peregrino, el descanso (distinto cuando sabes que al día siguiente no tendrás que coger de nuevo la mochila), la alegría de haber cumplido un sueño, de haber culminado un proyecto…

Uno se va dando cuenta ahora de cómo lo que en su origen fue una idea, un deseo o un intento, se va a convertir en un logro. Y si acaso no existía al principio la seguridad de llegar, y uno dudaba de sus posibilidades, capacidades y aguante, ahora esa seguridad es casi certeza: «Llegaré». Ya va dándose la convicción de completar el camino.

Es bonito descubrir cómo uno puede. «Si puedo esto, podré cualquier cosa», he escuchado en más de una ocasión decir a algún universitario tras una etapa dura. Y es cierto. Hay metas que lo que te demuestran es la propia capacidad para soñar, para proyectar, para anhelar y para ponerte en camino tras los sueños. Porque quien siempre está proyectando, pero sin llegar nunca a intentar algo, como que vive a medias o se queda atrapado entre quimeras. En cambio, ponerse en marcha, salir de casa, atravesar tierras, pelear contigo mismo y con otros para alcanzar aquello que anhelas…, todo eso es profundamente humano, y a menudo es lo que nos sostiene en las horas de dificultad, en las temporadas de tormenta, en los días grises.

Tener metas en la vida es importante. Saber hacia dónde camina uno. Aunque tardes en llegar, aunque el camino sea exigente, aunque no haya siempre flechas en el camino y haya que dar rodeos o buscar hasta la extenuación. Tener un horizonte, un destino, un punto de llegada, se convierte en aliciente y estímulo y, en las horas de dificultad, en un apoyo fundamental. Cada meta puede ser, a su vez, punto de partida hacia nuevos lugares, nuevos logros, nuevos sueños, pues de algún modo sólo al final podremos decir aquello de que todo está cumplido.

En lo personal, el fijarnos unos u otros objetivos depende mucho de las circunstancias, el carácter y la propia historia. Algunos de esos objetivos serán más inmediatos, más a corto plazo. En otros, la andadura es más larga, y la llegada se intuye más lejana.

  • Por eso hoy es un día para pensar en las metas que uno tiene. ¿Qué persigo en mi vida? En lo más personal, ¿qué anhelo?, ¿por qué peleo?, ¿qué deseo?
  • En lo académico-laboral, ¿qué me gustaría hacer de mi vida? ¿Cómo vivo mis estudios, si acaso estoy todavía en esa etapa? O en mi trabajo, ¿hacia dónde voy?, ¿qué sueño?, ¿por qué peleo? ¿Cómo imagino mi vida laboral?
  • En lo relacional, ¿qué quiero en la vida? En lo relacionado con la pareja, los amigos, la vida familiar…, ¿qué relaciones espero ir construyendo?; ¿hacia dónde van las que ya vivo?; ¿por dónde podrían ir otras?
  • En la fe, ¿alguna vez me he fijado metas relacionadas con la fe?
 

Esperaré

Esperaré a que crezca el árbol y me dé sombra.

Pero abonaré la espera con mis hojas secas. Esperaré a que brote el manantial

y me dé agua

Pero despejaré mi cauce de memorias enlodadas.

Esperaré a que apunte la aurora y me ilumine. Pero sacudiré mi noche de postraciones y sudarios. Esperaré a que llegue lo que no sé y me sorprenda Pero vaciaré mi casa de todo lo enquistado. Y al abonar el árbol, despejar el cauce, sacudir la noche y vaciar la casa, la tierra y el lamento se abrirán a la esperanza.

Benjamín González Buelta, SJ

METAS COLECTIVAS

«Éste es el ayuno que yo quiero: abrir las prisiones injustas, hacer saltar los cerrojos de los cepos, dejar libres a los oprimidos, romper todas las cadenas, partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, vestir al que ves desnudo y no cerrarte a tu propia carne. Entonces romperá tu luz, como la aurora…» (Is 58,6-8).

AL pasar por tierras y lugares distintos, puedo ir percatándome de la grandeza del mundo, de su diversidad, de sus historias. Si, además, he tenido tiempo estos días para pensar un poco en los otros lejanos, en esas otras situaciones distantes, en ocasiones rotas, quizás he llegado a intuir que mi vida es como un nudo más en una red grande, una red de interrelaciones, donde fluyen las palabras, los abrazos, los bienes, la comunicación y las oportunidades.

Y si he pensado antes en metas personales, tratando de ponerle nombre y dirección a la marcha de la propia vida, es importante dar otro paso, aunque sea un poco más indefinible. Pensar en las metas-deseos que uno tiene para el mundo. Evidentemente, esto puede sonar a pretencioso o a demasiado lírico. ¿Qué voy a hacer yo? Casi, siendo un poco sarcásticos, podría convertirse en un himno a lo políticamente correcto, deseando el amor, la paz y la justicia para todos. Y, sin embargo, sigue siendo necesario aspirar a mucho. Dejar que tomen cuerpo los deseos. Fijarse alguna meta colectiva. Desear ser parte de algo mayor. Tener deseos para el mundo. Quizás esos deseos sean valores, sean derechos, sean palabras tan repetidas que suenen un poco a gastadas. Y, sin embargo, es imprescindible no perderlas de vista.

Porque, en la propia vida, como que uno ha de tener grandes horizontes (¿valores?, ¿principios?, ¿logros?…) con los que comprometerse.

Es necesario tener alguna causa con la que luchar, más allá de la propia cotidianeidad. Algo que te vincule con el mundo amplio, y a veces lejano. Algún proyecto. Y es necesario optar por algo, pues, si no, querer todo el bien para todo el mundo termina siendo un poco como cantarle a las estrellas.

¿De qué depende el que aspires a lo que aspiras? De la educación recibida, de lo vivido, del carácter, del contexto en que te toque desenvolverte, de la propia sensibilidad para conmoverte con unas causas y no con otras…

Y así, habrá quien sufra por la discriminación de determinados grupos o géneros; quien experimente la pobreza y la desigualdad como una lacra; quien pelee por la libertad de expresión o de pensamiento; quien sienta la solidaridad como un proyecto necesario; quien sea más sensible a los dramas de la inmigración; quien perciba la amenaza ecológica como una herida tremenda ante la que hay que hacer algo… Y al hilo de esas sensibilidades y carencias surgen muchas causas, muchas metas, muchos proyectos: pelear contra el machismo, contra la pobreza, contra el hambre, por el medio ambiente, por la integración y contra la xenofobia, por la educación para todos, por el comercio justo…

Quizá todo esto es muy genérico. Pero es necesario. Comprometerse con algo. Plantar los pies en este mundo amplio.

  • Hoy es un día para pensar también en estas otras metas vitales. Las que tienen másque ver con una sensibilidad común, con proyectos colectivos, con heridas de otros.
  • Es un día para preguntarte si hay algo de todo esto con lo que vibras de una maneraespecial.
  • Y, por último, es un día para tratar de pensar si cabe, en tu vida, entender alguno deestos problemas como algo para lo que tú puedes ser especialmente sensible y a lo que puedes dedicar tus capacidades, tu tiempo, tu persona… de manera especial.
  • ¿Qué puedo hacer yo, en este mundo amplio, por vivir de una manera que esté construyendo algo para el bien de todos?
 

Si puedo

Si puedo hacer, hoy, alguna cosa, si puedo realizar algún servicio, si puedo decir algo bien dicho, dime cómo hacerlo, Señor.

Si puedo arreglar un fallo humano, si puedo dar fuerzas a mi prójimo, si puedo alegrarlo con mi canto, dime cómo hacerlo, Señor.

Si puedo ayudar a un desgraciado, si puedo aliviar alguna carga, si puedo irradiar más alegría, dime cómo hacerlo, Señor.

Grenville Kleiser